miércoles, 18 de noviembre de 2009

Vacíos pornográficos


"My body is a cage"
(The Arcade Fire)

Todos estaban muertos.
Aun así, mi vida resplandecía, inmune a los rayos del sol.

Un día disparé a las huestes aladas
y embriagué los manantiales con unicornios, espirales,
mariposas blancas que caían hipnotizadas
con cada impacto.

Comenzó entonces
un diluvio infinitesimal que abrió
las últimas puertas insomnes de la tierra,
su eje derribado:
turbulentos girasoles morados,
marionetas locas apenas insinuadas por la gravedad,
larvas metálicas enredadas a nivel subcutáneo.

Algo canbió en mí,
como un rompecabezas con defectos de fábrica.

Fuí tentado por el vaivén del Kraken,
la fe en la destrucción del ánima.

Conjuré el vacío
como a un tierno garabato radioactivo,
el universo que respiraba muerto
el frenesí de un rabioso amarillo.

Vientos huracanados golpearon mi territorio opaco,
mi nombre fracturó su médula,
mi barco encalló en orillas primigenias.

Me encontré ansiando pinceladas que dieran otra vida,
nuevas líneas a la palma de la mano.

Cuando pude mantenerme en pie
tuve que reconstruir mi cuerpo
en base a cuentos y versos,
la sensación de ser ajeno.

El polvo de los ángeles me proporcionaba
tinta para libros de belleza hierática,
fungiformes.

Tipee estados vegetales,
estados alterados de nocturna
y piedra natura.

El mundo se despojó de su velo.

Todos seguían muertos.