1
las amargas palabras
creciendo como mandrágoras
que multitud de ángeles
de tonos ámbar
murmuran en mis oídos,
ensordecedores,
levantando azul caos
en las vértebras de aislados jardines
que urgen en mi piel
ausentes.
2
mandrágoras desde la silla vacía,
mandrágoras desde la habitación vacía
a oscuras,
vehementes sus crípticas formas,
indesligables del hambre
y creciendo sensuales
hasta arrebatar
sombras, líneas y siluetas
del rayo y los arcángeles.
Hermosas mandrágoras hambrientas de ausencia,
bestiales,
creciendo y tornándose nuevo firmamento,
drástica carne,
el nuevo aire
a respirar.
3
De opio
opaco artificio
el corazón de la mandrágora
que va creciendo
como serpiente en su piel,
y arrastrada,
hambrienta, perfecta,
abriendo en tu carne
otra realidad.