viernes, 29 de febrero de 2008

Suicidio

De los dulces, extraños tiempos,
crear algo un poco màs allà,
algo que pueda asesinar
la silueta,
la ruta a tomar.
Y repetir incansable
los ecos,
la carretera sin culpa,
la poesìa nocturna
como gotas cristalinas
cuando el mundo abandona.
Y, entonces, sonreir,
como en los dulces y extraños tiempos.

Una nueva religiòn

y el humo carmesì,
las flores que explotan exquisitas
como la danza del mesìas
en el huerto de getsemanì.
Y las ruinas del espìritu
vueltas a levantar sombrìas
como religiòn extinta
pero soberana
en el rito de los vientos caìdos,
transtocados
a lìvido sonido,
serpiente musical.
Detonando el firmamento
estas nuevas epopeyas,
el designio del sìmbolo.

La ciudad en llamas

ilumina
las calles la rabia infinita,
diàfana niña
encendiendo las esquinas.
Lùcida, dulce,
encuentra su sentencia:
la ciudad en llamas
cual muerte por arma blanca.
Ilumina,
desde el cristal y la distancia,
una pizca de hambre,
una pizca de droga que calme.

Poesìa

no hay universos prohibidos
ni almas que dar a cambio,
simplemente seguir el trayecto,
la mùsica, el encierro,
aves y pàginas
confundiendo intimidad e infierno
y asi enterrar el pasado,
la sobriedad,
el oculto desvìo,
la vida a odiar.

Lust

pronunciar los misterios amargos,
uno a la vez,
inexactos
y los huesos despertando,
fatal llave,
el abismo que abre la carne,
contando
cual cuentas de un rosario,
su soledad,
su furia,
el ardor que avecina.

Poesìa

en un solo verso desciendes,
enigma,
noche fràgil y promiscua.
Y en el narcòtico discurrir de la pluma
buscas los siglos,
el mutuo olvido,
esperanza y hastìo,
como si todavìa hubiera algo que venerar
en este mundo.

La gramàtica de la mentira

en la vida que trasciende sus vìctimas
y espera
la pasiòn,
la gramàtica de la mentira,
su muerte,
sin culpas que graviten.
Y la rabia que el tiempo acentùa
como un viejo reloj
siempre pidiendo demasiado
y aùn demasiado poco.

Quìmicos

el espìritu que se repite
y se pierde
a travès del nùmero, los latidos,
los sueños quìmicos,
las llaves a la carne.
Y es el alma que infecta
cual diluvio de cal ardiente
y se pierde
en las innumerables pastillas,
en la vida que fluyendo
no existe.

Los inexplicables guerreros

atrapado a la luz de las velas,
entre inexplicables guerreros que cortan el alba
como extraños cultos de interminables colores.
Y en su excelsa tragedia,
atrapado entre siluetas perfectas
cual nocturno artificio,
perpetua poesìa,
y los inexplicables guerreros,
las màs grandes mentiras.

Metamorfosis

La sombra que trae el eclipse
en sus pàlidos ojos,
dulce y transfigurado
como las vìctimas que trae la marea y sus trazos errados.
Y en los murmullos de su serena niebla
tornarse perla,
disidente y absurdo,
una serie de profecìas,
solo sueños rotos.

Las flores aladas

El ave que en polvo
convierte el horizonte
con su solo vuelo desgastado
y la gloria infinita
de su transparente jardìn;
sus rincones
disueltos en incienso,
mil y camafèos.
Es un ave en diamante,
sus encuentros
el amor obseso.

Quimeras

el hastìo de tus figuras
lejanas,
como hechas por incierta mano
a distancias,
hipnòtica soledad, venganza
y fàrmacos que destruyen el alba,
gestando nuevas destrucciones
tus quimeras salvajes,
amargas, subterràneas
y la inmensidad en tu piel
que a escondidas atraviesa
sumiso lirio,
perfecto y frìo destello,
como el tesoro de la desesperaciòn,
la poesìa del destierro.

lunes, 25 de febrero de 2008

La ira de Dios

Erradicar la pureza
y la crisàlida
dulcemente pervertida por frenèticos aromas,
efluvios de opaca màquina
y negra arquitectura.
Son nocturnos versos
como iracundas mariposas
y el àmbar de sus làgrimas
àcidas
como las llaves al minotauro y laberinto.

Madrugadas

Despiertas un cuerpo
disperso en tus fauces,
estrellas que sacudes al compàs de tus manos
y el jardìn de hilos blancos
envuelto en negro àmbar.
Son madrugadas que descubres,
deslumbrantes,
exactas,
elegantes amapolas de aluminio
como mùsica lejana,
ajeno universo que nada calma.
Es lo que explota en tus miembros,
el galope de lo inmenso,
el origen del desvarìo.




"to the promise land in the darkest sands..." (Mark Lanegan)

Insomnio

Comencè el incendio
bajo la casa del àrbol
y busquè mi nombre
a punta de navaja
en el pecho de un àngel.
Se trata de bailar exànime
un enigma a la vez,
leer las claves del universo
sin haber dormido,
volver a ser un signo,
pàlido, desnudo,
expuesto.

Sombra

Diluye el cielo en acuarelas
mìstico nèmesis,
pilotèa las carnes del odio
lùcido aroma,
leyenda exquisita
llena de orquideas en sus bordes
cual negro edèn.

Versos efìmeros

Son dioses nocturnos
que, exiliados en el canto de los ruiseñores,
nombran el vèrtigo,
sagrados a travès de la carne;
dioses que cuentan
historias de violencia,
hermosas lucièrnagas
mientras la noche avanza.
Son dioses que lucen
la soledad de las palabras,
la infinidad de los instantes
que guardo en los bolsillos;
dioses que guardan la soledad de los instantes,
nada de recuerdos
como escalera tras escalera
en el torreòn de un castillo.
Y asì, àcidos momentos,
sinnùmero de versos,
dioses que solo existen
en efìmeros sueños secretos.

Luna dorada

Llevando la carne
por rìos de papel,
tempestuso pajaro nocturno,
incinerando olvidados rincones,
ùltimo refugio,
ùltimas palabras.
Ver bajar el cielo,
la luna dorada
y en sus propias raìces
ahogando su desesperaciòn cada flor...
Llevando la carne
por luna dorada,
absurdos colores
las ùltimas palabras.

Cual sangrienta y desventurada magnolia...

Se que te gusta dormir
al filo de la cama,
como si buscaras
un extraño evento,
cualquier excusa
para caer sobre la alfombra
y regar el piso
con poesìa.

domingo, 24 de febrero de 2008

nota:

la poesia, una vez nacida, es un ente vivo, puro y matemàtico, que rapidamente aprende a asesinar, destruir, exterminar...

Velocidad

desde rabia musical,
incesante, agobiante,
como arcàngeles bajo las piedras,
hechas trizas sus armaduras
o aves estrellando sus huesos
sobre la hoja en blanco.
Es la sola velocidad,
la respiraciòn brutal tras la nuca...
al fin y al cabo
siempre levantàndome,
sucio,
en la otra orilla.

virginia wolf (las olas)

pero yo en busca de contrastes a menudo siento su mirada en nosotros, su mirada burlona, su mirada salvaje, sumàndonos como insignificantes partes de un total que èl busca sin cesar en su oficina. y un dia cogerà una fina pluma, la mojarà en tinta roja, hallarà el ressultado de la suma.
sabremos cual es nuestro total. y este total no serà suficiente (V. Wolf)
una noche vi una estrella corriendo entre las nubes, y le dije: "consùmeme"
Virginia Wolf