De labios opalinos
2 niños de aluminio,
como adorables místicos,
cercados por el horizonte,
buscan en el vértice
al otro enemigo.
Siguen un rastro de crayolas,
un punto vano.
Abren un libro,
una retina,
soltando figuras anárquicas
tras las golondrinas posadas
como un pulsar.
Nadan el vértice
como una habitación solitaria,
cerrada y tapiada,
mar adentro.
El sol adquiere violetas.
Boquiabiertos, los niños se detienen.
Las nubes, no.
El otro enemigo no es invisible.
2 niños de aluminio,
como adorables místicos,
cercados por el horizonte,
buscan en el vértice
al otro enemigo.
Siguen un rastro de crayolas,
un punto vano.
Abren un libro,
una retina,
soltando figuras anárquicas
tras las golondrinas posadas
como un pulsar.
Nadan el vértice
como una habitación solitaria,
cerrada y tapiada,
mar adentro.
El sol adquiere violetas.
Boquiabiertos, los niños se detienen.
Las nubes, no.
El otro enemigo no es invisible.