
(En un largo día con demasiados atardeceres.)
Lulú atrapa
una gota violeta
que, mística,
conduce su carne gemela.
Casi divino,
Adrián toca con dedos de pianista
el claroscuro
que, líquido,
propone un escenario.
Prende un cigarro
y transgrede un espacio en blanco.
Traza con el humo,
origami alrededor de Lulú.
Ella no escapa,
secreta.
Serena tergiversa su gota violeta.
Ríe.
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