
En el lecho ígneo,
como un animal dormido que, trémulo,
flaquea
corrupto en sus bordes
profundos como pozos.
En el lecho ígneo,
fanático,
sumido en el retazo
del brillante insecto
y como un oráculo
desde lo alto dorado
y fraccionado en carmesí,
perfeccionando.
En el lecho ígneo,
un némesis desconocido,
solitario.
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