
Dicen los astros,
el mar que capitula
a nuestros pies
como un colibrí herido
y elevado
desde el jardín
de frágiles estatuas...
Pronunciamos elegías,
nombres afiebrados
como soledades
cuyas raíces tornan trémulas
las entrañas de la tierra...
Y azul
de amarillo,
el cielo nos vuelve a engañar
como una dama
maquillándose para el baile,
máquina opaca
que lanza sonidos
que colapsan las hadas...
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