
nenúfares aferrados a la bruma
y deslizándose
como el vino de decadente Roma
corriendo de boca en boca,
de beso a otro;
y en lascivos signos ascendiendo,
los nenúfares:
oscuras columnas que sostienen otro aire,
otros sueños,
como rocío en sus pétalos,
brindando a la noche
una nueva razón de ser,
un nuevo sexo.
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