
Lulú ilumina,
abre la puerta al pais de las maravillas;
la inscripción en sus astillas:
un nombre bajo,
magullado en celeste,
que baila
traicionado.
El paisaje:
azul nieve sucia
e inclinadas, inmensas torres de porcelana
abiertas
a tulipanes,
nocturnas cumbres de arcilla.
Lulú avanza sonámbula,
asesina,
y el torso desnudo, en colapso,
de arabescos que nada significan.
Suenan trompetas.
Y como en dunas de terokal,
la nieve, sexo, en hojas se transforma,
las torres,
rocas.
Lulú se detiene.
Se muerde los labios y tararéa.
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