Las respuestas enemigas sin preguntas
de un mal sueño, acurrucadas crustáceas
en una esquina vacía.
Y la mitad de cada rostro tríptico,
mutilado, transformado en el quirófano,
reptan en la esquina, en sus paredes,
como manchas de carbón;
facciones ciegas, que no respiran,
que no se quedan inmóviles.
La brisa los fluctúa virulentos,
bacteriales.
No son hombres.
Solo rostros que se unen a la penumbra
de langostas atacando
el sembrío de deseos no correspondidos,
el querer danzar con las respuestas enemigas,
verticalmente cercenadas
y queriendo agenciarse un cuerpo
con los crustáceos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario