
de hermosas disonancias,
mil desconocidas vírgenes dramáticas
que en difuso marfil labraron
nostalgias por otras estrellas
y primaveras que de funcionar dejaron.
Y así mil desconocidas vírgenes,
solitarias cumbres perladas,
como el frío que no podemos abandonar,
el viaje que tememos emprender.
Y son mil desconocidas vírgenes,
talladas en los huesos,
vanagloriándose de nuestras caídas.
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