
[una habitación olímpica, sexagonal ]
La carne, en un rincón, observa, como el ojo de la tormenta.
Adrián a grandes pasos por la habitación,
avanza de vértigo en vértigo,
disfrazado de cancerbero
y descalzo.
Se ejecuta una tersa ceremonia musical
en un pequeño infierno tras el velador.
La ofician siluetas de madera, subterráneas adolescentes dormidas.
Hay innumerables pastillas regadas por el suelo.
Un artefacto oscuro
(posado en la cama como una divinidad egipcia)
desconecta el compás,
vibra brutal las aristas
e introduce una clave del caos:
La carne como el cristal devora,
la carne muta
y espera.
Adrián cae de rodillas frente al artefacto
como un pétalo
y su vaho a peyote.
(las células explotan)
(la carne ha desaparecido)
Todo se torna líquido.
El artefacto es un signo.
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