De entre enemigos océanos,
explota,
hambriento de espacios en blanco,
el suave firmamento
como hilos enredándose en mi cuello,
dorados,
dispersos,
murmullos que solo entiende el caos.
Y así extraños aromas despiertan:
desde el mar,
antiguos nombres que solo conoce la espiral,
de entre enemigos océanos,
la clave que solo rozan los ángeles en el exilio.
Y todo llega a mí...
inmisericorde,
narcótico,
abraza mis ojos,
queda todo
en las palmas de mis manos.
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