
te observo,
tu solo respiro,
como el principio de todos los ocasos,
de los infinitos que brutales vendrán.
Te observo,
tu piel afiebrada,
mientras convulsionas
y no quieres ver tu propia sombra,
mientras encegueces
ante mi persona,
dominada por mi solo brillo.
Soy ave de rapiña sobre tu cuerpo
y te alimentas de mi tiranía,
esgrimes ante los demás
mi látigo y mi corona de papel.
Te observo,
principio de todos los ocasos,
la belleza...
No hay comentarios:
Publicar un comentario