Guerrero que consume el día
demasiado humano
y las pastillas no preescritas
de entre adivinanzas y enigmas,
olvida la espada sobre la mesa,
desaparece
y la armadura que muere con Dios.
Es un minuto que enfrenta
y pierde
cual dados rodando bajo la colina
y transformando la vida en solo piedras,
una sobre otra deviniendo
en nueva torre de Babel.
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