la maravillosa obscura puerta
que abres,
esperando,
azotando,
como obsesos versos.
Y las llaves en tus sucias uñas,
sonando, quebrando el destello,
disgragando el umbral,
quemando
piel tras piel,
subyacente a su angustia exquisita
cual aurora lánguida y extraña.
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