en los trazos que errabas,
ignorando,
las estrellas golpeándote,
paso por paso,
y las voces transtornadas,
los trajes y las máscaras
de niños golpeando
tantas nubes,
efímeros silencios.
Y así buscabas la eternidad:
en tus lineas,
en las palmas de tus manos,
blanco vacío
que cantabas al anochecer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario