del infierno,
lo que bebe,
la vida pasada,
unas cuantas hojas destrozadas,
sobre el piso,
bajo la almohada,
siempre buscando
asilo entre los muertos
y la llama que se apaga.
Ahora, la historia ha cambiado:
hacer de los versos
vidente arquitectura,
exuberante caos de la magia,
herméticas bellezas
descontando una a una
las horas negras.
Ahora, el mar no está solo.
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